
Siempre he estado obsesionado con el tiempo. Cuando era niño me urgía que el tiempo pasara rápido, para así poder tener la libertad que yo creía que merecía. Escapar a un futuro en el que la vida fuera mucho más amable conmigo…Sí, porque en ese TIEMPO yo pensaba que la vida se arreglaba con el ídem y que solo bastaba esperar, cerrar los ojos, apretarlos fuerte y Chaz, se componía todo. De mala manera aprendí que las cosas no eran así ni lo serían siempre.
Últimamente había logrado ser multitarea y pensaba yo que era muy eficiente e inteligente y productivo, pues mientras estaba yo tomando un curso, al mismo tiempo ponía la ropa a lavar y si me paraba al baño, le adelantaba al libro que estuviera leyendo en ese momento, de paso lo lavaba y contestaba un mail y hacía una llamada para resolver un par de asuntos, mientras escuchaba mi música favorita. Solo que últimamente, quizá sea por la edad, me cuesta trabajo concentrarme pues me hice adicto a estar resolviendo cosas en varios frentes y todo eso ya me ha pasado la factura.
Considero que he gestionado bien mi tiempo, pero eso no me impidió tomar un curso, justamente de gestión del tiempo y generalmente he pensado que estas enseñanzas son para hacer más y que no se me vuelva un desmadre todo, sin embargo, el curso en cuestión me ha dicho todo lo contrario…
Yo tenía el paradigma de que hacer mucho es producir, no importando nada, uno tiene que producir y aprender, con base en ello he medido mi avance todo este tiempo, pero resulta que eso ya es obsoleto. Debo hacer un inventario de todas y cada una de mis actividades, detallarlas y clasificarlas para ver cuáles son urgentes e importantes, cuáles son urgentes y en realidad no son tan importantes, cuáles son importantes pero no tan urgentes y cuáles de plano no suman. Con esta clasificación debo establecer mi agenda, pero no con el espíritu cotidiano de retacarla para sacar lo más posible en el día, sino para tejer una estrategia, para ir resolviendo las cosas de forma más inteligente y oportuna. Todo esto para que no sienta esa urgencia de que no estoy haciendo mucho ni avanzando nada. Debo planificar y hasta presupuestar mis avances, pero ya no en un modelo competitivo, sino en un afán de ir construyendo cosas más solidas e importantes.
Siempre queremos estirar el tiempo para que quepa una cosa más que hacer, decir, resolver, crear, argumentar, corregir, aprender y eso atenta contra la salud física, la salud mental, la concentración y por ende la efectividad. Debo delegar. Debo soltar. Debo respirar y entender que ha llegado un momento en el que tengo que ir construyendo el escenario para que alguien más se haga cargo mientras yo me enfilo al retiro. Me lo he ganado.
Todavía me falta mucho para decir que lo he logrado, pero ya lo estoy intentando. Hoy el tiempo se me pasa volando y yo debo de aprovecharlo de otras maneras…
Tus comentarios me alimentan el alma.